Aprender a ser amable no esconde secretos mágicos ni complicados. Solo exige prestar una mayor atención a las cosas que se hacen y a cómo se hacen.
La ciencia de la amabilidad: EL SUBIDÓN DEL BUEN SAMARITANO Una mujer herida en una escalera oscura que recibe la asistencia de un policía, un hombre que ha perdido el pelo por culpa de su tratamiento de quimioterapia está rodeado de amigos que se afeitaron la cabeza como muestra de apoyo. Son algunas de las imágenes que el investigador David Fryburg y su equipo mostraron a los participantes en un experimento que llevaron a cabo. Varios estudios ya habían demostrado que ser amable no solo beneficia al receptor de la buena acción, sino también al que la prodiga; pero Fryburg quería ir un paso más allá y demostrar que ser meros testigos también nos afecta, y mucho. Para ello, dividió a los cuatrocientos participantes en su investigación en cuatro grupos: a uno le mostraron fotos de sucesos negativos –víctimas de una guerra, catástrofes naturales, etc.–; a otro, imágenes neutras –una mesa o un picaporte, por ejemplo–; a otro, escenas bonitas o entrañables –como un cachorro en una cesta con un lazo y el atardecer en un prado bañado de flores–; y al cuarto, actos de amabilidad reales… Para saber más, descarga la 3ª SESIÓN pinchando aquí: Sesion 3_Ser amable no es de tontos |