Hola, buenos días.
Hoy hacemos un parón en nuestras actividades para reflexionar por un momento si este es el mundo donde nos gusta vivir.
Cada día mueren miles de niños de hambre y miles de personas se apiñan en campamentos de refugiados en Grecia, en Turquía, en Libia…huyendo de la guerra. Pero bueno, como no me afecta a mí… sigo almorzando mientras escucho en la radio o en la televisión estas noticias de muerte y de desesperación. ¿Qué somos? ¿Robots? ¿Seres insensibles? Somos humanidad y eso significa que necesitamos a los demás para ser felices. Y de su felicidad depende la nuestra. Humanidad significa solidarizarse con el otro, acogiéndolo y ayudándolo, haciéndole sentir que estamos a su lado. ¿Intercambiamos nuestras vidas con la de ellos? ¿Se imaginan estar viviendo nosotros el horror de la guerra, la barbarie de la opresión y el desamparo de los refugiados?
Todos nosotros, los que pensamos que otro mundo es posible, no podemos resignarnos, es el momento de la implicación personal. Hay que exigir a los gobernantes que den prioridad a las políticas sociales. Es necesario que la Comunidad Internacional ponga fin a tanto sufrimiento. La guerra y sus consecuencias es una tragedia para todos.
Es necesario que asumamos la resistencia social, política y espiritual, no cooperando a la violencia y a la injusticia, sumando esfuerzos con otros pueblos y denunciando a los responsables del dolor que afecta a la humanidad. Hay que ponerse en pie, pero no en pie de guerra, sino en pie de paz y caminar hacia nuevos horizontes de vida y no de muerte.
Bonifacio Rodríguez Jiménez