Gracias, gracias y gracias. No encuentro mejor palabra para empezar a hablar hoy, aquí. Sin duda, gracias. A los que habéis estado ahí sin descanso. A los que no lo han estado tanto. A los que estuvieron pero se fueron. A los que tras irse se quedaron. Gracias a los que están de paso, y a los que ya han escogido un calzado cómodo para acompañarnos en el largo andar que nos queda a partir de ahora. Gracias, a padres, madres, hermanos, primos, cuñados, abuelos e incluso sobrinos. Gracias a todos, de verdad. Pero sobre todo gracias a quien de verdad ha tenido el verdadero trabajo, y aún más, a los que hemos sido discípulos en sus enseñanzas. Hoy hemos llegado al final de una de nuestras etapas. Y como en todas hemos sentido la tentación de mirar hacia atrás con el rabillo del ojo, y por supuesto lo hemos hecho, pero todos nos conocemos y sabíamos que íbamos a acabar mirando de lleno todo aquello que habíamos construido y destruido a lo largo de este tiempo. Pero lo que jamás fuimos capaces de imaginar era la grandeza de ese producto, todo aquello de lo que fuimos capaces. Aún recuerdo el miedo, la falta de confianza, los malos hábitos, el adiós de papá y mamá y todos aquellos rostros que llevaban como marca una mezcla de sentimientos contradictorios propio de cualquiera de todos los que estamos hoy aquí como protagonistas de esta nuestra historia. Y es que sé que es imposible de olvidar, porque nadie es capaz de borrar parte de sí mismo, y eso es lo que somos, personas formadas con pequeños fragmentos de otros. Y es que incluso nuestras risas ya forman la melodía más sonora jamás escuchada. Que se mueran de envidia Mozart o Beethoven, porque no hay sonatas para piano, lleven el número que lleven, capaces de igualar cada una de las que acompañaron las clases durante estos cuatro años. Aunque a veces tal vez eran más de las necesarias, todo hay que admitirlo. ¿Pero qué sería de nosotros sin las peleas, sin que nos recordasen que nos estamos haciendo mayores y aun así seguimos sin cerrar el pico? Quién somos nosotros si no cambiamos el mismo examen treinta veces el día antes, o incluso el mismo, para acabar estudiando el último de la manera más eficaz posible. No, no seríamos nadie si alguno de nosotros no esperase la recuperación. Y la recuperación de la recuperación, y la recuperación de esa recuperación que no recuperamos. E incluso la repesca de las recuperaciones no recuperadas. Pero así somos, cabezones, impacientes, un tanto orgullosos. Tenemos un carácter más bien fuerte y unas maneras un tanto equivocadas en ocasiones. Somos altos y somos bajos. Nos gusta el pelo largo y rubio o corto y más bien moreno. La piel blanca o morena. Somos de ojos verdes, azules, marrones. Somos el abismo y la calma. Pero sobre todo somos la diferencia que se ciñe a ley de la balanza. Somos ese todo o nada que tanto nos hace falta. Y por ello hoy os doy las gracias. Porque tal vez no a todos nos gusta la química, pero nadie se resiste a los chistes de Laura. Porque a partir de ahora, letras o ciencias ¿Qué más da? Gente de letras en ciencias, gente de ciencias en letras, no importa. Porque nada y muchos menos nadie rompe la unión de un grupo indestructible, un grupo fuerte e incluso valiente. Por ello una vez más gracias. Y sin duda puestos a darlas no nos vamos a olvidar de ellos, los no tan protagonistas, pero si los directores del guión. No nos vamos a olvidar de Marisa, y mucho menos de su bonita y de su casi perfecta manera de lucha. Una lucha en las que nos ha formado como guerreros. Unos fieles a tu idea de sobre educación, y sobre aquello de que estudiar para aprobar no para aprender es perder el tiempo. Y desde aquí solo pedimos que no te rindas. Que mereces mucho más, mereces conseguirlo. Gracias. Celia, ¡Ay Celia! Nuestra aliada y tutora, pero estricta profesora de inglés. De ti tampoco nos vamos a olvidar, y mucho menos de esa entrega y sacrificio que tienes como marca personal. Del amor que tienes hacia tu trabajo y lo mucho que eso ha ayudado a la hora de conectarnos con él. Nuestra pequeña gran Rosario, perfecta sucesora de Pachi. Dos mujeres como la copa de aquellos pinos que tal vez en su momento estudiaron. Gracias también a ustedes por hacernos ver lo bonito de la biología, y sobre todo por curiosamente transmitirnos tanta vida. Nuestro profesor de las manías, las fechas, las marcas, y nuestro comentarista de futbol, ¿Qué podemos decir de él? Nunca un alma tan pura fue capaz de acercarnos a la historia con tantas ganas. Por ello y por todos los valores aportados, gracias Gabino. Y oye, que yo no paso de ti tranquila, que yo paso de todo. Además no me hables si vas a preguntarme lo mismo mil veces en el examen. ¿Verdad chicos? Nuestra imagen. Nuestro fiel salvador. Pobre septiembre y pobre de nosotros si no estuvieses tu Antonio. El profesor de las frases, y tal vez de los ibuprofenos, porque mira que te damos dolores de cabeza. Solo te pedimos que no cambies, y que descanses ahora que es verano. Gracias. Hablando de recuperaciones. Hoy no ibas a faltar tú, Gonzalo. Paciencia, no te ha tocado una de las asignaturas más fáciles, pero siempre sabes abordarlas, y darnos la mano para que salgamos adelante. E incluso para que veamos lo difícil tremendamente sencillo. Así eres tú. Autonomía chicos, el cocodrilo, las prácticas, entren a la plataforma. Sí Ruth, hablamos de ti. De esa profesora amante del crecimiento personal y la fuerza interior. Sin duda tu asignatura no solo ha sido la tecnología, sino la construcción de una pequeña parte de nosotros. No cambies. Kike, nuestro amante de la fotografía, tú también. Mismo departamento, mismas reglas y mismas personas increíbles. No hemos tenido mucho tiempo de conocerte, pero este ha sido el necesario para saber que estamos dispuestos a compartir mucho más. María Y Piere, almas jóvenes, personas incomparables. Poco tiempo también pero el suficiente para saber que os echaremos de menos. No solo a ustedes como profesores de un francés que jamás volverá a ser el mismo. Sino como miembro de esta aventura. Gracias. Jose nuestro profe de religión, gracias por llevarnos a Granada y por mostrarnos tanto mundo, y no solo en el viaje. De verdad, Gracias. Y por último, Cecilio, no nos íbamos a olvidar de ti. De tus test de kooper a principios de curso, o tus bailes canarios a finales. Pruebas significativas que mucho más allá del sudor nos han aportado una definición gráfica de superación totalmente necesaria. Por ello gracias, a ti y a todos. Porque han sido cuatro años maravillosos en los que sin duda algunos todos han estado implicados en una enseñanza no obligatoria. La enseñanza personal. Ahora toca seguir, afrontar nuevos retos y aunque no han cesado los miedos dar un paso al frente y andar, lo haremos. Algunos en las mismas clases, con las mismas caras y los mismos profesores. A otros tal vez solo los veamos en los pasillos, pero juntos, créanme, estaremos. Gracias, una vez más por formar parte de mí, de ti, de él, de ella. Gracias por ser tú y por escribir conmigo parte de mi historia. Por Guacimara Pérez Cabrera, alumna de 4ºA ESO |
Pero no les voy a mentir… hemos, todos nosotros y en especial yo, hemos esperado este día, como nunca hemos esperado nada. Tal vez sea por esa sensación psicológica de cansancio y de agotamiento, pero aún así, ni esa escusa servirá porque odio las despedidas, y al igual que todos, en especial ésta. Se me hace un mundo decir adiós, creo que es lo que peor se me da. Como escuchar el último acorde de una canción que me encanta, leer el final de un libro que me enganchó, o los últimos treinta segundos de la batería de mi móvil. Un curso maravilloso, pero como en todo siempre llega el silencio, cierras el libro, se apaga el móvil, dices adiós. Son cosas inevitables, que aunque nos cueste enfrentar, lo viviremos reiteradamente, y aunque suene demasiado filosófico, he incluso me arriesgue a que me salga una arruga al decir esto…. La vida se basa en decir adiós, en cerrar puertas para que se abran ventanas, en avanzar y cerrar etapas, pero si algo me queda como consuelo es que nada ni nadie puede impedir que suframos, que las agujas avancen en el reloj, y que nos sintamos capaces de decidir por nosotros mismos, aunque nos equivoquemos tres, cuatro y hasta diez veces en lo mismo. Porque eso es crecer, y eso es lo que vamos a hacer. Pero esto no es mío, es una adaptación de una frase de Joan Manuel Serrat, tantas arrugas no tengo. Y yo también recuerdo. Recuerdo todas aquellas sensaciones, cada uno de los sentimientos. El antes y el después y las primeras impresiones, en ocaciones fallidas, y mirad, cuatro años después y tras un par de malas pasadas, aquí estamos. Tal vez no con las personas que esperábamos, tal vez con esa sonrisa horrorosa que no te acabó dando tantos problemas, o con esa persona que tan mal te caía por darte un abrazo el primer día, o por el contrario sí; con esa amiga cotilla que tanto quieres desde infantil o con la otra que no es tan cotilla, pero igual de graciosa. Pero lo importante es que cada uno ha encontrado en este edificio, algo que lo llene un poco más de lo que ya estaba, ha encontrado a ese amigo que siempre está ahí aunque te pelees, al otro que te enseña memes en clase de historia, y a la que te cuenta chistes que no tienen gracia, pero son tan malos que debes reírte. Nunca falta la que te lleva la contraria en absolutamente todo, las que se enteran de cualquier cosa que pase dentro y fuera del instituto, o los que prefieren el Clash o música a un divertidisimo problema de ADN. No olvidarnos del que suspende la asignatura por no abandonarla. Todos ellos, y alguno más que seguro se me ha olvidado nombrar, han formado parte de esta gran familia, que aunque parezca increíble solo ha costado cuatro años formar. Desde primero, todos queremos que llegue ya este día, si eres de letras, olvidarte de las matemáticas, si eres de ciencias… No, si eres de ciencias no te olvidas de nada… Pero ahora que estamos aquí, después de cuatro largos… larguísimos años (pregúntenle a los que les ha salido barba), llegamos. Y aunque nos queden dos años más en este idílico centro (no es por nada, es que a lo mejor repito profes), no va a ser lo mismo, no me podré quejar, sintiéndome comprendida, porque quejarme me quejaré, de Física, de Biología… Con algunas personas que desde que yo era así… y ellas así… me aguantan. Antes de acabar, me apetece recordar lo más memorable, como el primer día de la fuga, en el que fuimos los únicos que vinimos (pero aprendimos la lección); de las aceitunas de la Tere; del “abran las ventanas, que hace frío” de Isabel primera, y como no, del cable de la tele de Isabel II; del “copy, copy, copy de Noelia; del láser de Elena; del “Muy bien chicos” acompañado del puño de Gonzalo; de los sprints de Emilio; de los “Chicos, estamos en septiembre, pero mañana se acaba el curso y pasado se despiertan con un hijo” de Fran; de los “Yo no paso de ti, yo paso de todo el mundo” de Antonio, aunque sabemos que nunca pasa; los “Sean curiosos chicos” de Boni y los zapatos voladores de Ángeles; el viaje a Granada, que aunque no fuimos todos, fue inolvidable; de los viajes de intercambio a Alemania, que yo no fui a ninguno, pero me han hablado muy bien de ellos, vamos; los alemanes que venían del viaje de intercambio; de los recreos de bibliotecarios; del COBARDESSS de segundo; de los “Venga ya, si solo queda media hora, para eso nos quedamos aquí tranquilos” y como no, de las reivindicaciones de Marisa, por las que, aunque no lo crea, siempre estaremos luchando. Hoy se acaba una etapa, la definiría como la última de la pre-adolescencia a la que algunos todavía se aferran. Cada uno toma el principio del camino que de verdad quiere tomar, algunos bachillerato, otros ciclos, pero aún habiendo repetido mil veces las ganas que teníamos de que llegara todo eso, creo que todos piensan que la clase de este año fue fantástica, que aunque a algunos les haya salido barba, nos faltó tiempo, que aunque lleváramos casi treinta años como Gabino aquí, nos faltaría un poco, para un chiste más, una última bola de papel, un último “Hola chicoss que tal”. Y sé lo que pensarán, “Qué exagerada, si nos quedan dos años”, a ver guys, el año que viene me estoy imaginando las primeras palabras de nuestro tutor, “chicos, a ponerse las pilas, en dos años tienen la EBAU (o lo que nos toque por esa fecha)”. Para finalizar, me dirijo solo a ustedes. A esas personas que han hecho que los últimos cuatro años de mi vida hayan sido los más maravillosos que recuerdo, los que cuando he estado a punto de llorar, siempre me han dejado un hombro, los que aún fingiendo que no se preocupan por nada, se preocupan por todo. Me dirijo a esa sonrisa horrorosa y a esa persona que me odiaba, a esas amigas que llevan conmigo desde infantil, a la que me lleva la contraria en todo, me dirijo a esos que seguramente me he olvidado de nombrar. Me dirijo a ustedes para decirles gracias. Gracias por haber convertido una obligación, en una sonrisa al recordar que me tenían que contar algo. Gracias por ese abrazo que tanto necesitaba. Gracias por ofrecerse para ser ese blanco cuando estaba en contra de la madre naturaleza. Gracias por ser ustedes. Y bueno, no olvidéis que, “Grande es el arte de los comienzos, pero mayor es el arte de los finales”, tampoco es mío, es de Henry W. Longfellow, para que os sintais mejor. Os quiero, de verdad. Gracias. Por Emma Estévez González, alumna de 4º A ESO
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