Ceder el asiento en el metro o en el autobús, ayudar a alguien a cruzar la calle, echarle una mano a los amigos con su traslado de piso… ayudar a los demás puede ser algo sencillo y cotidiano, no sólo beneficioso para los demás ¡sino también para uno mismo!
Todo suma, todo cuenta; y las consecuencias de acciones como éstas, además de beneficiosas, son imprevisibles: nuestros vecinos, a su turno, serán más sensibles ante el esfuerzo de otros, el anciano hablará de nuestro gesto y otras personas tomarán ejemplo de él, en el autobús, tras nosotros, puede que también otras personas cedan sus asientos a quien más lo necesite. ¡Y todo ello sin olvidar la gran satisfacción que causa ayudar a los demás!
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